TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Su amor por las jarras lo salvó de la muerte, la verdad es que es el único sobreviviente sacrificio sucedió en contra cinco jóvenes amigos bajo la Moviente en la granja punto de vista oriental.
Uno de los cuatro amigos que por solidaridad y compañerismo decidieron apoyar a la pareja, Annie Rachel Villatoro y Roger Alberto Coleman, cuando vieron necesario mudarse de Residencial Honduras.
«Quería ayudarlos a mudarse, a todos mis amigos, y desde las 2 de la tarde dijeron que estaban sacando cosas, pero no tenían prisa, y me fui a los campos de Kennedy». – dijo fuera de cámara el joven, quien pidió no revelar su identidad por razones de seguridad.
La pareja tuvo que dejar la casa alquilada y mudarse a un nuevo lugar, por lo que ya tenían planeado empacar sus pertenencias en una camioneta (que tomaron prestada) y su ayuda ese domingo (23 de junio). Cuatro amigos llegarían a su nuevo hogar.
Annie y Roger lograron alquilar un nuevo departamento que encontraron a través de Marketplace en Facebook, el mismo joven sobreviviente dijo que el niño dijo que pensó que era una «ganga» porque los dueños no pidieron un pago inicial y la pareja, que está financieramente Estaba luchando; quería aprovechar la oportunidad.
Los seis jóvenes se pusieron manos a la obra, quitando los muebles grandes y metiendo las cosas más pequeñas en cajas, pero conforme pasó el tiempo y era casi domingo por la tarde, el sexto amigo tuvo que olvidarse de ayudarlos, pues aceptó ir a jugar con él. gente joven.
El sobreviviente salió de Residencial Honduras arrepentido por dejar a sus amigos con todo el trabajo para salir al campo sin imaginar que sería la mejor decisión de su vida.
Sin él, sus amigos, víctimas de la violencia en el país, continuaron con los preparativos para el traslado y por la tarde emprendieron su primer viaje. Una hora más tarde, alrededor de las 8 de la noche, Annie, Roger, Kenneth, Elvin y Alejandro regresaron a Residencial Honduras para un segundo viaje, el mismo para no salir nunca con vida de Mirador de Oriente.
En Residencial Honduras la casa quedó abierta de par en par, varios muebles quedaron a medio camino, varias cajas con otras pertenencias y la agonía de sus seres queridos por saber qué pasó con ellos.
Desde esa noche, los cinco niños no han sido vueltos a ver con vida, y en medio del dolor, el desamparo y la desesperación, sus familiares recibieron los cuerpos una semana después de que fueran localizados en las tierras altas de Tatumbla y les dieran cristiana sepultura. .